Las Lineas de Nazca.

Por: Nicolás Hoyer.

Desde sus orígenes, el hombre ha cuestionado su existencia en el planeta y se ha preguntado incesantemente cuál es su rol. Desde tiempos remotos, el hombre primitivo realizó todo tipo de ofrendas y rituales para pactar con las fuerzas naturales que lo acechaban. Respetando la naturaleza y observándola minuciosamente, pudo lograr un equilibrio y aprender a vivir con ella. Con el devenir de los tiempos, la actitud de reverencia hacia al medio ha ido mutando hasta el punto tal de creerse amo y señor del mismo.

 

Las imponentes líneas de Nazca. Las primeras creencias de que el trazado de aquellos geoglifos fue un acto disparatado para contentar a visitantes extraterrestres, o que constituyeron una suerte de monumental calendario astronómico, son hoy fácilmente refutables. Si bien fueron hechas en distintos períodos y siguiendo propósitos diversos, se consideran hoy en día monumentales senderos que permitieron situar al individuo ante la inmensidad y el cambio cíclico de su entorno. Permitieron que éste pudiera contemplar su alrededor y aceptar lo cambios producidos en el mismo.

 

La conexión y reverencia al suelo que sostenía a la primitiva civilización Nazca se fue debilitando lentamente por los abusos del hombre moderno en el vano intento por someterlo.

Ha intentado, tercamente, controlar lo incontrolable.

Las líneas eran una suerte de nexo, de comunión, entre el cielo y la Tierra, pues en esa Tierra las líneas medían el tiempo, reflejaban los astros,»hablaban» por los hombres acerca del paso de las estaciones y de los periodos de sequía y abundancia, pudiéndose también «seguir» en ellas el derrotero astronómico de eras pasadas, cada una diferente a la otra; cada línea «dibuja», entonces, sobre la pedregosa superficie, un solsticio perdido en el tiempo; y configura el recuerdo de eventos o contingencias naturales -como por ejemplo una terrible sequía- que vivieron los habitantes de esta región.

En un estrecho valle a 520 m.s.n.m. a 439 km al Sur de Lima, en el alto Perú, entre las poblaciones de Nazca y Palpa.

Se encuentran las Líneas trazadas, uno de los misterios de la humanidad más importantes y enigmáticos existentes en la tierra.

Lo que a simple vista parece un laberinto trazado en la tierra, a vista aérea se vislumbran gigantescas figuras que representan formas geométricas, de diferentes especies como: animales, plantas y humanos.

 

El significado de las Líneas y su finalidad ha dado lugar a teorías de las mas inesperadas, desde que se trata de caminos ritualisticos hasta que las figuras están ahi para avistamientos relacionados con las visitas de extraterrestres al planeta tierra.

 

Desde que los arqueólogos empezaron a estudiar las figuras, en los años treinta del siglo XX, se han sucedido decenas de teorías sobre su creación, su significado y, sobre todo, su utilidad. Hoy sabemos con bastante certeza que los habitantes de la zona crearon los geoglifos retirando las piedras enrojecidas de la superficie para que se viera la arenisca blanca que se encuentra debajo pero ¿qué les llevó a crear esas gigantescas figuras?

En un principio los arqueólogos pensaron que las líneas no eran más que caminos, pero cobraron más fuerza otras teorías que aseguraban que las figuras constituían “centros de adoración” pensados para agradar a una divinidad situada en las alturas, e, incluso, formaban un gigantesco calendario, que tenía como propósito apuntar al sol y los cuerpos celestes.

¿Estamos acaso frente al calendario astronómico mas grande del mundo?

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la arqueóloga alemana María Reiche desempeñó un papel preponderante en la conservación de aquellos geoglifos. Su actividad protectora, en colaboración con grupos de motociclistas que patrullaban la región, fue de gran importancia para que, hoy en día, miles de estudiosos puedan continuar con trabajos de investigación por vía terrestre.

El verdadero propósito de su realización parece comenzar y finalizar con el agua. La zona costera del sur de Perú y el norte de chile es de las más áridas del planeta. En el área donde la población Nazca desarrolló su civilización, diez ríos descendían de la cordillera de los Andes. Sin embargo, el microclima en la región de Nazca fue oscilando dramáticamente en los últimos 5000 años. Sistemas de alta presión sobre el centro de Sudamérica generaban una gran cantidad de precipitaciones que decrecían cuando éste se movía hacia el sur, secando de esta manera los ríos del Valle de Nazca. Su cultura, que emergió a partir de la anterior civilización de Paracas, fue asentándose a lo largo de valles cultivando algodón, trigo y destacándose por sus cerámicas. Su arte da evidencia de un pueblo pacífico cuyos rituales giraron en torno a la música, el baile y los paseos rituales.

Cahuachi, su capital religiosa, presentaba una monumental pirámide de adobe, flanqueada por numerosos templos, plazas, plataformas y una intricada red de escaleras y pasillos.

El río Nazca, tras nueve millas de recorrido subterráneo hacia el este, emerge en forma de fuente en el centro ceremonial de Cahuachi. Este fenómeno era considerado por los pueblos primitivos como sagrado. La gente llegaba desde las montañas y desde la costa para realizar ofrendas.

Estos antiguos pueblos fueron moviéndose continuamente entre asentamientos ubicados al este y oeste según las sequías del río Nazca y sus afluentes. En los alrededores de cada poblado pueden observarse geoglifos. Parecería ser que conformaban una suerte de reservorios de agua.

El desierto peruano constituyó de esta manera una especie de gran lienzo. Con el solo hecho de remover las oscuras piedras que cubrían la superficie del terreno, dejando al descubierto de esta manera las zonas de arena clara, los Nazca crearon marcas que perduraron a lo largo de los siglos.

A pesar de que la cultura en cuestión fue la más hábil en la construcción de geoglifos, no fue la primera. En las cercanías de Palpa, tres figuras estilizadas de humanos datan de al menos 2400 años atrás, atribuidas por arqueólogos a la cultura de Paracas. Este pueblo supo realizar, a su vez, petroglifos.

Estos dibujos sobre la roca entre los que destaca la figura de un mono similar al de Nazca, evidencian que los trazados “misteriosos” estudiados por Reiche, no fueron llevados a cabo en un mismo tiempo, en un solo lugar, ni guiados por un mismo propósito. Muchos fueron impuestos sobre otros más antiguos, lo que dificulta su interpretación y lectura.

La noción popular de que sólo pueden ser advertidos desde el aire es un mito moderno. Por lo tanto, las teorías de que fueron realizados para que alienígenas aterrizaran sus naves espaciales, o bien que conformaba una suerte de calendario astronómico gigante o para una audiencia celestial, han sido refutadas.

Los geoglifos de la primitiva era de Paracas se localizaban en la ladera de las montañas y podían, por lo tanto, avistarse desde la llanura. Con los Nazca, estos llamativos diseños fueron cambiando de soporte; de la montaña pasaron a la tierra firme.

Casi todas estas figuras icónicas de animales, como el caso de la araña o el colibrí, son diseños de una sola línea. Una persona podía pararse en un punto y recorrer todo su contorno sin cruzar otra línea. Esto sugiere que las líneas evolucionaron desde meras imágenes a pasillos destinados a procesiones ceremoniales. Probablemente, el paulatino aumento de la población avocada a estas procesiones, derivó en la construcción de geoglifos de patrones geométricos abiertos.

 

Entre los geoglifos más llamativos y populares se encuentran los siguientes:

  • El colibrí, Destaca por sus dimensiones armónicas. Entre sus dos alas hay una distancia de unos 66 metros. Según la historiadora María Rostworowski, esta figura es un homenaje a un dios volador para evitar la ausencia de lluvias.
  • El mono tiene una cola en forma de espiral y nueve dedos, y su tamaño es de 135 metros. Fue descubierto por María Reiche, quien considera que la cola y las manos del geoglifo tienen relación directa con las constelaciones y la temporada de lluvias. Se cree que representa la Osa Mayor.
  • La araña es otra de las figuras más características de Nazca. Mide unos 46 metros de largo y se cree que se trazó para evitar las sequías.
  • El pájaro gigante mide 300 metros de largo y 54 de ancho. Tiene el cuello con forma de culebra y su pico apunta directamente hacia el punto en el que sale el sol en el mes de junio. Los investigadores consideran que es el «Anunciador del Inti Raymi», la fiesta solar de los incas.
  • El hombre – búho, popularmente conocido como el astronauta, es una extraña figura antropomorfa que se ha convertido en una de las más conocidas de las Líneas de Nazca. Las teorías pseudoarqueológicas defienden que se trata de una figura con escafandra o casco y se apoyan en ella para explicar que los geoglifos fueron trazados como mensajes para los extraterrestres.
  • La ballena tiene un tamaño de unos 60 metros de ancho y 20 de alto. Los investigadores creen que simboliza una deidad marina.

 

Según grupos arqueológicos, los trazados ya no perseguían tanto un sentido estético sino sitios para caminar durante ceremonias religiosas. Estas figuras geométricas representaron un lugar donde grupos de personas podían interactuar, siendo capaces de mirar y observar la naturaleza a su alrededor.

Durante siglos, los pueblos andinos rindieron culto a las deidades de la naturaleza, especialmente a las montañas por su relación con el agua. Los arqueólogos han encontrado frecuentemente en los vértices de figuras trapezoidales, túmulos de piedras que bien podrían ser especie de altares, ya que al excavar se han advertido numerosos objetos que representaban ofrendas rituales tales como conchas marinas. Una especie de éstas es traída a tierra tras la corriente del Niño, motivo por el cual, es asociada con la agricultura y fertilidad.

El legado de Nazca nos ha llegado principalmente a través de sus líneas. Una de las formas más comunes han sido las espirales. Al caminarlas, uno termina enfrentándose con cada punto cardinal. En efecto:

Estos pasillos curvos pudieron indicar el fortalecimiento de las relaciones con las divinidades e interpersonales.

Al continuar el camino, uno puede advertir que una de las funciones más importantes de las “misteriosas” líneas de Nazca no es para nada un misterio; los geoglifos seguramente recordaban a la población de que su destino estaba atado al medio ambiente; a su belleza y a su efímera abundancia. La reverencia a la naturaleza puede ser identificada como una constante en épocas de abundancia así como en las de sequía al recorrer cada línea de los geoglifos.

La ausencia de una explicación definitiva a los geoglifos y las características de esta obra arqueológica convierten a las Líneas de Nazca en el caldo de cultivo perfecto para acuñar leyendas y teorías pseudocientíficas.

En 1968, el escritor suizo Erich von Däniken publicó el libro «Recuerdos del futuro», en el que explicaba que los vestigios arqueológicos demostraban las visitas de los extraterrestres a las civilizaciones antiguas. De acuerdo con su teoría, los alienígenas fueron recibidos por los pobladores de la Tierra como dioses venidos del cielo, y compartieron con los humanos algunos conocimientos tecnológicos.

Los científicos han rechazado las teorías expuestas en este libro debido a que diversas pruebas en las que se apoya el autor se ha demostrado que son fraudulentas, fabricadas o enunciadas bajo premisas ilógicas.

Las Líneas de Nazca son uno de los lugares mencionados por von Däniken, que también recoge otros grandes monumentos de la historia, como las Pirámides de Egipto, las piedras megalíticas de Stonehenge o los moais de la isla de Pascua. El autor explica que los extraterrestres aterrizaban en el desierto de Nazca y que, debido a que necesitaban largas pistas de aterrizaje, ordenaron a los indígenas construir las líneas que formaban las figuras.

Los estudiosos descartaron esta teoría por considerarla descabellada: no parece lógico pensar que las aeronaves de alta tecnología de los extraterrestres necesiten de largas pistas para aterrizar y, en caso de hacerlo, las intrincadas líneas con forma de espiral de la cola del mono o el cuello zigzagueante del pájaro gigante no parecen el lugar más propicio para hacerlo.

Como se ha señalado, desde los comienzos de la humanidad el hombre ha intentado asegurar su auto-conservación a través de distintas ofrendas y ceremonias para apaciguar de esta forma a las fuerzas de la naturaleza. Reconocía su inmensidad y su labor estaba orientada a una profunda conexión con la misma. Era parte de sus creencias rendirle culto y avocarse a su servicio.

Con el transcurso del tiempo, y sobre todo a partir de la Revolución industrial, las nacientes tecnologías creadas por el individuo intentaron con tenacidad pasar del servicio al dominio absoluto del medio natural circundante.

Si bien está fuera de discusión el gran aporte que estas innovaciones representaron a favor de las necesidades que la humanidad fue experimentando, la sobre-explotación del medio demuestra continuamente, a través de su furia devastadora, que no somos sino instrumentos de un orden superior y que por más que intentemos controlarla con ahínco, siempre nos derrotará.

Los senderos de Nazca recordaban al pueblo su lugar en el mundo. Recorriendo sus figuras, el hombre podía contemplar en su plenitud la majestuosidad del mundo que lo abrazaba, podía vivenciar su naturaleza cíclica y rendirle tributo.

Hoy en día le hemos perdido el respeto; nuestra omnipotencia ha cegado nuestra capacidad de admirarlo, provocando que continuemos tercamente en el esfuerzo por invertir los roles relegándola a un papel secundario.

Hace tiempo que la naturaleza dejó de abrazarnos para acorralarnos y apretarnos violentamente por el daño que le hemos causado.

Habrá que tomar en cuenta estas advertencias y observar a nuestro alrededor para reconsiderar nuestras aspiraciones de controlar lo incontrolable. En vez de alejarnos progresivamente del centro de la espiral, siguiendo lo que se conoce como la curva del conocimiento, deberíamos tomar una actitud más reflexiva; volver sobre lo conocido y así recorrer la espiral desde afuera hacia adentro.

El hombre se ha convertido en alienígena en su propio planeta.

El arte sobre la tierra nos invita a contactarnos nuevamente con nuestros orígenes para así reconciliarnos con nuestro suelo. Tomando un vuelo comercial desde Arequipa a Lima tendremos el inmenso regalo de poder contemplar las líneas de Nazca. Más que tomarlo como un mensaje hacia una audiencia sobrenatural, deberíamos entenderlo como destinado a nosotros mismos. Bajemos a tierra, para contactar nuevamente con nuestro suelo, con nuestros orígenes.

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