Los Iluminatis o Iluminados de Baviera.

Por: Orlando Avendaño Calderon.

Muchos hemos oído hablar alguna vez de esta misteriosa orden, pero siempre nos surgen preguntas como ¿Qué son los Illuminatis? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Son quienes realmente controlan el mundo? Es inevitable entonces que, en medio de esa aura de misterio que rodea a esta Orden, surjan teorías conspirativas donde se les ha llegado a responsabilizar de importantes hechos históricos como la revolución francesa, las guerras mundiales e incluso los atentados del 11 de septiembre.

La Illuminatenorden o la Orden de los Iluminados de Baviera, fue una sociedad secreta fundada en la noche del 1 de mayo de 1776 en Alemania, precisamente en un bosque cerca de Ingolstadt en el estado federado de Bayern por el profesor de derecho eclesiástico y filosofía práctica de la universidad de Ingolstadt, Adam Weishaupt (1748-1830) y 4 de sus estudiantes.

Adam Weishaupt (1748-1830)

Esta Orden ha sido llamada de tres diferentes maneras a lo largo de su historia. En un principio llevaba por nombre “Asociación de los perfectibilistas”, pues estaba integrada por intelectuales que conformaban una asociación de estudios y lectura, algo así como un centro de investigación y discusión. Pero gracias a la inclusión de un mayor número de miembros, en su mayoría aristócratas, fue que esta orden pasó a llamarse “Asociación de sabiduría secreta” adoptando el secretismo y los grados simbólicos de la francmasonería, además de trazarse nuevos objetivos. Y finalmente tomaron el nombre con la que es conocida hoy en día, “Illuminatenorden”.

Este nombre se origina del latín Illuminaties que significa “iluminados”, esto debido a que esta Orden estaba inspirada en los ideales del movimiento intelectual de la ilustración. El propio Weishaupt expresó que la Orden tenía como propósito “liberar gradualmente de todos los prejuicios religiosos a los cristianos de todas las confesiones y cultivar y reanimar las virtudes de la sociedad con vistas a lograr la felicidad universal, completa y rápidamente realizable”. Siendo necesaria la creación de “un Estado en el que florezcan la libertad y la igualdad, un Estado libre de los obstáculos que la jerarquía, el rango y la riqueza ponen continuamente a nuestro paso”, y con ello “no tardará en llegar el momento en el que los hombres sean libres y felices”.

En 1782 la Orden de los Iluminados de Baviera ya contaba con alrededor de 600 miembros. Entre ellos se contaban personajes relevantes de la época, como el barón Adolph von Knigge y el fundador de la dinastía Rothschild, el banquero Meyer Amschel Rothschild, así como los intelectuales y literatos Herder y Goethe. Para finales del año 1784, los Iluminados de Baviera aseguraban tener más de 2.000 miembros, repartidos por toda Alemania.

Por su parte, el barón von Knigge (1752-1796) jugó un papel muy importante dentro de la Orden, así como su expansión. Como antiguo masón, propició la adopción de ritos típicos de la masonería. Un dato curioso es que dentro de su estructura se debía elegir un nuevo nombre simbólico no cristiano, por lo general de la Antigüedad clásica, que los identificara: Weishaupt era Espartaco y Knigge era Filón. De esa manera, entre ellos mismos desconocían sus verdaderas identidades o rango social. Otro dato es que los puntos geográficos también tenían un sistema de claves, ya que la ciudad de Atenas era mencionada para referirse a la ciudad de Munich.

En total se establecieron trece grados de iniciación divididos en tres clases. La primera clase culminaba en el grado de illuminatus minor, la segunda clase en el grado de illuminatus dirigens y la tercera y última clase, culminaba con el grado más elevado, el de príncipe.

Tras el ascenso al poder del príncipe elector de Baviera Karl Theodor, los Iluminados de Baviera, y otras sociedades secretas como la francmasonería, se vieron en grandes problemas. Todo comenzó por la traición interna a la Orden por parte de Joseph Utzschneider, quien no vio con buenos ojos la salida del duque Knigge a causa de un inconveniente con Weishaup. Utzschneider le envió una carta a la gran duquesa de Baviera, María Isabel Augusta del Sulzbach, para revelarle las actividades de la Orden. En esa carta se hacían fuertes acusaciones a la Orden y en buena parte imaginarias.

Esto hizo que Karl Theodor promulgara en junio de 1784 un edicto por el que se prohibía la constitución de cualquier tipo de sociedad no autorizada previamente por las leyes vigentes, al tiempo que se ordenaba el cierre de todas las logias masónicas.

En este sentido, los Iluminados pensaron que esa prohibición no se extendería hasta ellos, pero en marzo de 1785, se promulgó un nuevo edicto, esta vez, dirigido expresamente a la Orden de los Iluminados de Baviera. A raíz de esto, la policía bávara realizó numerosos allanamientos, uno de ellos fue en la casa de Franz Xavier von Zwack, mano derecha de Weishaupt, donde se encontraron supuestos documentos escritos de su puño y letra que contenían una defensa del suicidio y del ateísmo, así como un recibo de aborto. Estas supuestas pruebas fueron usadas maliciosamente por la prensa de la época, sirviendo como base para acusar a la Orden de conspirar contra la religión y el Estado. Finalmente, en agosto de 1787, el príncipe elector promulgó un tercer edicto en el que se confirmaba la prohibición total de la Orden y se castigaba con la pena de muerte la adhesión a cualquier sociedad considerada como “secta”.

En ese entonces Weishaupt se encontraba en Gotha, donde publicaría varias apologías de los Iluminados, en un intento de animar a sus compañeros, pero la fiera represión de Karl Theodor logró la total extinción de los Iluminados. Se dice que unos pocos marcharon a Estados Unidos y fundaron una logia considerada como la heredera de la Illuminatenorden.

Para los teóricos de la conspiración, entre ellos William Guy Carr del que se hablará más adelante, los Illuminatis están tras el llamado «nuevo orden mundial» que implica un estado único y global con una misma moneda y creencias, como el ateísmo.

Según estos teóricos conspiracioncitas, la agenda de la Illuminatenorden era la siguiente:

  • Abolir la monarquía y cualquier otro gobierno organizado según el antiguo régimen.
  • Supresión de la propiedad privada y la abolición de las clases sociales.
  • Abolición del derecho a la herencia.
  • Destrucción del concepto de patriotismo y nacionalismo, siendo sustituido por un estado único y global y;
  • Prohibición de cualquier tipo de religión, estableciendo un ateísmo oficial.

De todos estos teóricos de la conspiración de la Illuminatenorden, se cuenta el canadiense William Guy Carr (1895-1959), conocido como Commander Carr. Fue un fundamentalista cristiano y teórico de la conspiración antimasónica. Él menciona en su libro de 1955 “Peones en el Juego” la presunta carta del capitán y francmasón Albert Pike al político Giuseppe Mazzini fechada del 15 de agosto de 1871. En ella Pike le hace saber a Mazzini el plan Illuminati para el futuro del mundo:

Fomentaremos tres guerras que implicarán al mundo entero.

La primera de ellas permitiría derrocar el poder de los zares en Rusia y transformar ese país en la fortaleza del comunismo ateo necesaria como una oposición controlada y antítesis de la sociedad occidental. Las divergencias causadas por los «agenteur» (agentes) de los Illuminati entre los imperios británico y alemán serán utilizados para provocar esta guerra, a la vez que la lucha entre el pangermanismo y el paneslavismo. Un mundo agotado tras la guerra, no interferirá en el proceso de construcción de la «nueva Rusia» y el establecimiento del comunismo, que será utilizado para destruir los demás gobiernos y debilitar a las religiones.

La segunda guerra mundial se desataría aprovechando las diferencias entre la facción ultraconservadora y los sionistas políticos. Se apoyará a los regímenes europeos para que terminen en dictaduras que se opongan a las democracias (Nazismo, Fascismo, Comunismo y Socialismo) y provoquen una nueva convulsión mundial cuyo fruto más importante será el establecimiento de un Estado soberano de Israel en Palestina que venía siendo reclamado desde tiempos inmemoriales por las comunidades judías. Esta nueva guerra debe permitir consolidar una Internacional Comunista bastante fuerte para equipararse a la facción cristiana/occidental.

La tercera y definitiva guerra se desataría a partir de los enfrentamientos entre sionistas políticos y los dirigentes musulmanes. Este conflicto deberá orientarse de forma tal que el islam y el sionismo político se destruyan mutuamente y además obligará a otras naciones, una vez más divididas sobre este asunto, a entrar en la lucha hasta el punto de agotarse física, mental, moral y económicamente… Liberaremos a los nihilistas y a los ateos, y provocaremos un formidable cataclismo social que en todo su horror mostrará claramente a las naciones el efecto del absoluto ateísmo, origen del comportamiento salvaje y de la más sangrienta confusión. Entonces en todas partes, los ciudadanos, obligados a defenderse contra la minoría mundial de revolucionarios, exterminará a esos destructores de la civilización, y la multitud, desilusionada con el cristianismo, cuyos espíritus deístas estarán a partir de ese momento sin rumbo y ansiosos por un ideal, pero sin saber dónde hacer su adoración, recibirán la verdadera LUZ a través de la manifestación universal de la doctrina pura de «Lucifer», sacada a la vista pública finalmente. Esta manifestación resultará del movimiento reaccionario general que seguirá a la destrucción del cristianismo y ateísmo, ambos conquistados y exterminados al mismo tiempo.

Los Símbolos de La Orden de los Iluminados de Baviera

Como toda Orden secreta, los Iluminados de Baviera tuvieron su simbología propia, adjudicándole un significado e interpretación que solo era conocido entre sus miembros. El primer símbolo que tuvo la orden, era un mochuelo de Atenea la diosa griega de la sabiduría, las artes y las técnicas de guerra y  protectora de la ciudad de Atenas. De la misma Atenea se dice que tenía “ojos de mochuelo”, como señal de sabiduría y perspicacia.

Otro símbolo popularmente relacionado con la Orden es con la pirámide egipcia coronada por el «ojo de la providencia» o el «ojo que todo lo ve». Pues las representaciones del ojo de la providencia, como la de la Iglesia de San Juan Bautista en Alsacia, parecen estar relacionadas con la fundación de la Orden de los Iluminados de Baviera; aparte de que la influencia masónica y su gusto por la geometría sagrada podría aportar otra relación interesante. Este símbolo es reconocido por la cultura popular desde hace muchos años, gracias a los teóricos de la conspiración, como símbolo Illuminati, la supuesta Orden secreta que controla las vidas y destinos de los seres humanos a través de sus conexiones políticas, económicas y culturales.

Sin embargo, el origen de este símbolo, así como su significado, se remonta mucho más atrás en el tiempo. El investigador David Percival ha planteado una minuciosa historia de los orígenes de este símbolo, el cual, ha sufrido cambios importantes en su significado.

Por ejemplo, en el hinduismo el dios Shiva tiene tres ojos, el tercero en mitad de la frente, en referencia a un conocimiento ilimitado, estando también ligado a la sabiduría divina, que arrasa con el mal y la ignorancia, pues que destruiría todo lo que viera cuando se abra.

Por su parte, Para el budismo, Buda es «el Ojo del Mundo», siendo presentado como un ser que mira hacia el frente con un ojo de oro en el centro de la frente, símbolo del despertar final.

Egipto tiene el Ojo de Horus y se decía que el ojo izquierdo de Horus es la Luna y el derecho es el Sol. Según una interpretación más moderna, el Ojo de Horus sería una especie de mapa de la corteza cerebral, con el tálamo y las glándulas pineal y pituitaria representadas por las aristas, cejas y pestañas del ojo.

En el judaísmo y otras religiones de Medio Oriente, el Ojo que todo lo ve aparece en la forma de un símbolo llamado Hamsa, Khamsa o Hamesh, también conocido como «la mano de Fátima» en el islam. Se usa como protección para el mal de ojo. Sus orígenes se remontan a Mesopotamia, donde la mano de Ishtar era un poderoso signo de protección divina.

Además, Para el cristianismo el Ojo que todo lo ve es «el Ojo de la Providencia», y tiene su origen en el siglo XVI. El ojo se encuentra dentro de un triángulo, representando la ubicuidad de la Santísima Trinidad, así como la omnipresencia divina y su vigilancia constante sobre su creación.

Este triángulo es un símbolo común en las logias masónicas con varios significados, entre ellos, la manifestación omnipresente del principio creador del universo.

Otro significado que se le atribuye al dibujo del ojo sostenido por una pirámide egipcia, presente en los billetes de un dólar estadounidense, es que simboliza las 13 colonias de Estados Unidos, aunque también se dice que representa la forma esotérica de los 13 grados del Rito practicado por la orden de los Iluminados de Baviera.

Es importante aclarar que las teorías de conspiración referentes a La Orden de los Iluminados de Baviera, tuvieron su origen a finales de la década de los 60. Esto gracias a una broma y a una obra de ficción de 1965 escrita por Greg Hill y Kerry Thornley llamada “Principia Discordia”. Esta obra, es una parodia satírica de una religión conocida como “Discordianismo” y pedía al lector adorar a Eris, diosa griega de la discordia.

A manera de “broma”, en 1967, David Bramwell, Robert Anton Wilson y Kerry Thornley, tramaron un plan con la intensión de difundir desinformación usando historias de los Iluminados de Baviera.

En palabras del propio Bramwell, quien quería traer el caos para sacudir las cosas, “el plan era difundir desinformación a través de cualquier medio, ya sea a través de la contracultura o los medios de comunicación y decidieron iniciar con historias sobre la Orden de los Iluminados de Baviera”.

Wilson, quien para ese entonces trabajaba para la revista Playboy, y Thornley comenzaron a enviar cartas al lector hablando de una “sociedad secreta” de elite llamada los Illuminati. Posteriormente enviaban otras cartas desmintiendo las que habían enviado anteriormente.

El concepto era que, si se daban diferentes puntos de vista de una historia, la población comenzaría a cuestionar y a pensar. “Era una forma idealista de hacer que la gente despertara. Lo que por supuesto, no ocurrió de la manera esperada”.

La broma llego aún más lejos cuando Wilson, junto al editor de Playboy Robert Shea y Ken Campbell, escribieron en 1975  la trilogía de los “Illuminatus!”, atribuyéndole grandes encubrimientos, como el asesinato de Kennedy, a la Orden de los Iluminados de Baviera.

Para finalizar, el escritor e historiador estadounidense Mitch Horowitz afirma que, «hay escritores y periodistas que contribuyen a la paranoia en torno a los Illuminati y la gente se deja convencer porque les resulta interesante pensar que existe un grupo secreto que domina el mundo».

«Si estudiaran lo que realmente eran los Illuminati, se darían cuenta de que se trataba de una organización política cuyos ideales estaban basados en una sociedad más justa y a la que le gustaba la iconografía que se relaciona con el mundo de lo oculto».

Con todo lo visto cabe preguntarse ¿A qué se debe entones esta fascinación por las teorías conspirativas?

Para dar respuesta a esta gran inquietud, el autor Jesse Walker, escritor del libro “The United States of Paranoia”, expone que «Las teorías conspirativas son una parte intrínseca de la psique humana. Somos criaturas que buscamos patrones para dar un sentido al mundo que nos rodea. Si hay lagunas en una historia hemos de buscar explicaciones para ello».

Por su parte, El filósofo Karl Popper teorizó sobre este asunto y dejó escrito que «Ahora se buscan culpables en la Tierra, entre bastidores, pero mezclados con soluciones mágicas. La Iglesia usaba este fondo de miedo y superstición». Esto nos deja en claro que las teorías conspirativas nacen de la ignorancia causada por desinformaciones maliciosas y plagadas de fantasía, al tiempo de que son alimentadas por el miedo natural que surge a lo desconocido.

No cabe duda que la única forma de combatir este miedo infundado, es mediante una voluntad sincera de buscar el verdadero conocimiento, a través de la investigación, la reflexión y la comprensión. Pues en palabras del mismo Popper «La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino el hecho de rehusarse a adquirirlos.»

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