En referencia a este tema, son muchas las dudas que existen y pocas las informaciones claras y concretas que se pueden encontrar. Muchos de los redactores y colaboradores de este portal informativo, tenemos puntos de vistas diversos sobre este tema, sin embargo jamás ningún punto de vista ha sido lo suficientemente hermético como para no dar respuesta a una de las preguntas más frecuentes de las damas por nuestras redes sociales. Por ser un tema tan complejo y polémico es posible que sea este uno de los artículos más largos publicados por Masonería Global hasta el momento. Este portal es neutral y se mantiene al margen de las diatribas generales en torno a la masonería o dentro de ella, cada editor es responsable de lo que escribe o deja de escribir y en ningún momento habla a nombre de este distinguido portal web.
Las mujeres tuvieron el acceso al sufragio, a competir en el mercado laboral, a recibir e impartir enseñanza superior, a la propiedad, a la política… Están prácticamente equiparadas… Pero siguen existiendo aún algunos dominios privados en los que la mujer no puede entrar en igualdad de condiciones que el varón. Evidentemente no me voy a referir a aquellas actividades privadas que se auto definen como masculinas porque tienen la libertad y el derecho de constituirse con esa determinación, igual que podrían hacerlo las mujeres. Me quiero referir, más bien, a aquellas instituciones que tienen un rol social importante y por ello intervienen más ó menos directamente en la construcción del mundo en que vivimos. Pienso que la mujer tiene el derecho a estar presente en toda actividad que participa en esta construcción, no solo por ser usuaria y destinataria igualmente de la misma, sino también porque el ejercicio de esa actividad proporciona un enriquecimiento y una experiencia que difícilmente pueden adquirirse de otro modo.
Ejemplos de estas instituciones a las que me refiero son aquellas organizaciones cuyas formas y estructuras están fuertemente regidas por una tradición, como pueden ser algunas Iglesias y algunas sociedades iniciáticas. Pero el caso concreto del que puedo dar testimonio es el de la Francmasonería. La Masonería es una sociedad iniciática basada eminentemente en la Tradición. Sus símbolos, su lenguaje, sus ritos y sus métodos, sus principios y sus fines están recogidos en una tradición que se respeta puntualmente.
En estas sociedades parece que el elemento tradicional es un freno a la evolución, que cierra el paso a la mujer. No obstante, un análisis más profundo de este concepto puede revelar que el conflicto entre Tradición y Cambio, se debe más bien a la interpretación que se hace de la Tradición, más que al concepto en sí mismo. En efecto, tradición, si nos atenemos a las definiciones clásicas, no es otra cosa que la transmisión, generalmente oral, de generación en generación, de hechos históricos, doctrinas, leyes, obras literarias, costumbres, etc., que un pueblo ó colectivo determinado realiza de lo más representativo y particular de su sistema de conocimientos y creencias. Poco sería lo que tendría que transmitir si los sucesivos enriquecimientos a lo largo de su historia no hubieran ido abultando y matizando ese «corpus» ¡cultura¡ que es la tradición. Así, la incorporación de nuevas soluciones a nuevos problemas, es la forma en que nuestro pasado resuelve nuestro futuro. 0 sea, el respeto de nuestra historia, por una parte, y la añadidura de los nuevos contenidos, por otra, son los dos elementos constituyentes de toda tradición. Ahora bien, es igualmente importante saber interpretar la tradición para que ésta no sea una letra muerta sin ninguna utilidad.
Lo que quizás nos haga perder un poco la perspectiva de los
cambios que van conformando la tradición, es la tremenda lentitud con que se
gestan y se incorporan al sistema. Esta prudencia no es
gratuita. De ella depende la supervivencia de la institución. Por
eso el proceso de incorporación de lo nuevo debe cumplir ciertos
requisitos. Primero debe verificar que la innovación sea beneficiosa
para el grupo o la institución. Segundo, es necesario depurar la
expresión del elemento que se introduce. Y, por último, hay que
esperar… Hay que esperar que el tiempo verifique la utilidad, la
posibilidad y la necesidad del cambio.
Vemos pues, que la tradición no está reñida con el cambio, siempre que se entienda éste como el producto dialéctico entre el grupo o institución en cuestión y su entorno. Sin embargo, para una actitud «tradicionalista», la tradición es una especie de lealtad hacia un pasado único, hacia un acontecimiento revelador y definitivo del que el tiempo no hace sino alejarnos. Este tradicionalismo, vuelve la mirada hacia el pasado, donde brilla en todo su esplendor la tradición revelada. Para él, todo cambio implica la corrupción del contenido original, por lo que se opondrá sistemáticamente al mismo. No es suficiente, pues, para el tradicionalista, defender la incorruptibilidad de los elementos esenciales que determinan, en su raíz, al grupo. Es vital, además, impedir cualquier modificación. Esta forma de tradicionalismo sí puede constituir un elemento de inmovilismo institucional.
También en la Masonería vamos a encontrar estas dos tendencias a la hora de interpretar la tradición y, por ello, veremos una Masonería tradicionalista y otra Masonería que, derivando de la primera, se convierte en«liberal», después propicia la Masonería Femenina y más tarde la Masonería Mixta.
Aunque los ritos, símbolos, usos y costumbres son exactamente los mismos en una Masonería tradicionalista que en una liberal, el elemento diferenciador más importante es el de la aceptación de la mujer en sus templos.
No podemos negar que la Masonería es una vía iniciática creada por el hombre y que por lo tanto reconoceremos en ella determinados caracteres realizados desde su impronta, pero estos no constituyen en absoluto los elementos esenciales del método Masónico y por lo tanto son susceptibles de acomodación a las nuevas situaciones que plantea la presencia de la mujer en los talleres. Si el objetivo final del trabajo iniciático consiste en un viaje que emprendemos desde nuestro YO hacia nuestro SER, en busca de nuestra autenticidad, de nuestra Piedra Cúbica, esto sólo lo podemos conseguir, y un estudio atinado del método lo demuestra, si somos capaces primero de descubrir y luego superar todos, y digo bien TODOS, los apriorismos sobre los que asienta nuestro YO. Si el masculinismo o el feminismo es un último velo que encubre nuestro ser de ser humano, también deberá ofrecer el método iniciático unos elementos de trabajo que nos permitan tomar conciencia de este encubrimiento.
Ahora que la mujer ha sido descubierta, se ha evidenciado, por contraste, el masculinismo y se ha hecho inaplazable restituir la unidad en los templos Masónicos con la presencia de todas las partes que constituyen el microcosmos.
Una de las revoluciones de nuestra sociedad en el siglo pasado ha sido, sin duda, el logro social de la equiparidad de derechos y deberes del hombre y de la mujer, derechos que a ella se le limitaron durante mucho tiempo. No se puede, sin embargo, cantar victoria por completo, pues aún en muchos lugares del mundo se somete a la mujer a la más bárbara de las discriminaciones. Hasta fines del siglo 19, si nos acotamos sólo al estudio moderno de la Masonería, el acceso al conocimiento y rituales Masónicos le estaba prohibido por completo a la mujer, limitándolas a un trabajo de colaboración en las obras sociales que realizaban las Logias y los Hermanos.
A partir de las primeras constituciones Masónicas, el año 1723, se estableció que la mujer no podía participar en los trabajos Logiales y esta costumbre se ha trasmitido invariablemente en algunas Logias de raigambre inglesa hasta nuestros días. Muchas pueden haber sido las razones, en esa época en que en general la mujer era rechazada en todas las actividades económicas, productivas y sociales y no se le permitía el acceso a la educación o la participación en los debates cotidianos. No obstante, la situación ha variado considerablemente y en esta época no podemos argumentar, sino llevados por una oscura ignorancia, ni siquiera una razón para justificar la exclusión de la mujer en las diferentes actividades sociales y particularmente en la Masonería.
La mujer durante siglos ha luchado por su emancipación y la conquista de sus derechos, y hay que reconocer que, día tras día, va imponiéndose en todos los ámbitos. Es natural que la Masonería, por sus Principios y sus Rituales, le haya interesado. En 1717 fue creada la Gran Logia de Inglaterra, y el Pastor Anderson les rehusó a las mujeres el derecho a la iniciación por esta razón: que era necesario ser libre y de buenas costumbres; en efecto, en esa época las mujeres vivían bajo la tutela masculina y no se las consideraba libres.
Si acudimos a los orígenes de la Masonería moderna, y nos situamos en su momento histórico, la sociedad europea de los siglos XIV y XV, vemos que, salvo excepciones, la mujer tenía un papel secundario en la sociedad, la familia, la iglesia y el Estado. Por lo tanto, no es de extrañar que en los documentos antiguos, los «Old Charges» de las hermandades de canteros y talladores de piedra, la mujer estuviera excluida de la Logia, lugar donde se discutían las cosas del oficio. A pesar de todo esto, también es cierto que no en todas partes y de la misma manera se materializó esta exclusión. Hay constancia de las mujeres que participaron y compartieron la dureza del trabajo de las canterías, normalmente viudas o hijas de canteros.
En el s. XVII, en el periodo final de la Masonería operativa se desarrolla la Masonería especulativa, y se introduce el componente iniciático de influencia hermética y alquímica. Los primeros documentos constitutivos de esta Masonería especulativa establecen que para ser Masón, es preciso ser «hombre libre y de buenas costumbres». (Constituciones de Anderson, 1723). Aparte de la consideración de ser hombre o mujer, se establece así que el candidato debe ser «libre» en cuanto que debe tener ingresos que le den una independencia económica. En términos sociales, para la mujer esta independencia económica no llega hasta su incorporación masiva al mundo laboral, a mediados de este siglo XX.
Sin embargo, las mujeres pronto se sintieron atraídas por la Masonería. En Francia, ya en tiempos de Luis XIV y Moliere, las mujeres cultas se reunían en sus salones para debatir, solas o con hombres, los temas intelectuales de su tiempo. A comienzos del XVIII, cuando los albores de la Masonería especulativa reunía a los Hermanos en las Logias, ni Roma, ni las mujeres pudieron soportar la idea de estos hombres hablando a puerta cerrada. Por lo que respecta a Roma, decidió excomulgarles. Las mujeres, en cambio, ejercieron la presión suficiente para que naciera la Masonería de adopción, la Masonería mixta y la Masonería femenina. Sin embargo, – como ya se comento en párrafos anteriores- es obvio que describir la historia secular de la Orden, es describir a una época en la que la mujer quedaba explícitamente excluida, lo que dio paso en la actualidad a dos tipos de Masonería. Una que ha superado esa exclusión, y la tradicional, todavía no adaptada a la evolución natural de la sociedad y a lo que es más grave: la consideración de la mujer como una persona humana, libre y con igualdad de derechos, incluido la pertenencia a la Masonería.
Acertadamente, se puede decir que no será difícil aceptar que
el principal descubrimiento de los últimos tiempos, el que más ha impactado a
la sociedad occidental y el que más está transformando los usos y costumbres,
es, sin duda alguna, el descubrimiento de la mujer como persona libre y de
igualdad de derecho con respecto al hombre.
UN POCO DE HISTORIA
A principios del siglo XVIII se establecieron en Francia
varias Sociedades secretas que trataron de imitar a la Masonería en su forma
exterior, caracteres y Ritos diferenciándose de ésta en la admisión de las
mujeres. Entre dichas Sociedades podemos citar la de Cagliostro La
Masonería Egipcíaca, que aún sigue funcionando hoy día.
Las primeras noticias que se tienen sobre la entrada de las mujeres a las Logias es en 1744, cuando el Gran Oriente de Francia creó un nuevo Rito, llamado de Adopción o «Masonería de Damas», trabajaban bajo la tutela y supervisión de los hermanos varones y al cual sometió a su jurisdicción, estableció reglas y leyes para su gobierno; prescribió que sólo los Maestros Francmasones pudiesen concurrir a sus reuniones; que cada Logia de Adopción estuviese a cargo y bajo la sanción y garantía de una Logia Masónica regularmente constituida y que el Venerable Maestro de esta última, o los Vigilantes a falta de él, fuese el Oficial encargado de presidirla, acompañado de la «Maestra Presidenta» de la Logia de Adopción.
Esta Masonería de Adopción consta de cuatro grados: 1º
Aprendiza, 2º Compañera, 3º Maestra, 4º Maestra Perfecta. Está basada en
la «Virtud» y se ha juzgado conveniente cimentarla, no sólo sobre los
principios que inspiran amor al bien y horror al vicio, sino también sobre la
práctica de las buenas costumbres. Sus Rituales están llenos de
textos bíblicos que no deben tomarse al pie de la letra; la interpretación
simbólica de esos textos y alegorías constituye la instrucción Masónica de la
mujer en los distintos grados del Rito de Adopción.
Conforme a estas reglas se establecieron a partir de 1775,
varias Logias de Adopción. La más famosa fue La Candeur, en la que
se admitió a burguesas como la señora Helvetius, mujer cultísima y con un
espíritu muy abierto, y a miembros de la Aristocracia, como la Princesa de
Lamballe, la Duquesa de Chartres cuyo marido, el futuro Philippe Egalité, era
Gran Maestre de la Orden, y además a un gran número de damas de la Corte.
La Duquesa de Borbón, prima del Rey y madre del Duque de Enghien, fue la Gran Maestra de la Francmasonería de Adopción. En 1778, Voltaire le envía versos a la gloria del Templo.
Con la Revolución desaparecen las Logias de Adopción y sus miembros fueron esparcidos por la emigración, el encarcelamiento o la acción política.
Bajo el Primer Imperio renacen las Logias de Adopción, siendo la Emperatriz Josefina, Gran Maestra, durante un corto tiempo. Poco a poco, durante el siglo XIX las Logias de Adopción irán desapareciendo o subsistirán en un estado vegetativo, con un desarrollo muy lento, y siempre tuvo menos miembros que la Masonería masculina, pero a finales del XIX llegó a tener unas 150 Logias.
El 14 de enero de 1882, la Logia Los Libre pensadores del Pecq (localidad próxima a París), decidió iniciar a una mujer; María Deraisme, periodista y gran feminista. La emoción que provocó el acto de insubordinación de la Logia del Pecq fue enorme. Se entabló una viva polémica y cuatro meses después de este acontecimiento, la Logia del Pecq tuvo que abandonar la obra emprendida. Superando su decepción, María Deraisme decidió entonces crear una nueva Obediencia, y el 4 de abril de 1893 nació el «Derecho Humano», Obediencia mixta, bajo la dirección del Doctor Georges Martin. Hoy día, el Derecho Humano, con el título de «Derecho Humano Mixto e Internacional», posee Logias en todos los continentes. La Masonería de Adopción o de «Damas», se halla presente en muchos países europeos o del Continente americano. Todas las Logias trabajan según los Rituales franceses del siglo XVIII.
Curiosamente, los primeros datos que se pueden encontrar en los Archivos españoles, son de 1885 aproximadamente, es decir, que aparecen o renacen las Logias de adopción en España en un momento en el que en Francia, la Masonería de Adopción había casi desaparecido.
Hay que considerar que en los años 1874-80, existe en España
un resurgimiento de la Masonería, debido a la influencia de la Primera
República Española. La mujer española solicitará su ingreso en la
Masonería y empezarán a florecer Logias de Adopción. Entre las Logias de
adopción del Gran Oriente Español, se pueden citar Las Hijas de la Regeneración
de Cádiz, Las Hijas de los Pobres de Madrid, Las Hijas de la Unión nº 5 de
Valencia. El Anuario de 1894 a 1895 del Gran Oriente Español, consta
de siete Logias de Adopción.
También por esos años, podemos ver en los Cuadros de Logia
masculinos, es decir, en las Listas de los miembros de una Logia, como por
ejemplo en Los Hijos de Riego de Madrid, o Nueva Cádiz, nombres de
mujeres. Lo que nos permite comprobar que, a pesar de la
Constitución de Anderson, se iniciaban a mujeres en el Rito masculino (quizás
para crear Logias de Adopción), y que éstas, asistían regularmente a los
trabajos de la Logia masculina, como se puede leer en los libros de
Actas. Todas esas Logias pertenecían al Gran Oriente
Español. Ya a fines del siglo XIX, también se tiene noticias de que
en algunas Logias del Rito Escocés Antiguo y Aceptado trabajaban también
mujeres (según lo asentado en sus libros de actas).
En Francia como ya se dijo, la mujer empieza a participar con
los mismos derechos y obligaciones que el hombre en la Logia del Derecho Humano
(“Le Droit Humain”).
Los cuerpos directivos de las Obediencias Masónicas de
Portugal, Argentina, Cuba, Brasil y otros países establecieron Logias del Rito
de Adopción a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En cuanto a
las Logias italianas, éstas abrieron sus puertas a las mujeres en 1819.
LA MASONERÍA
FEMENINA EN EL SIGLO XX
En tanto María Deraisme luchaba por una Masonería mixta, en
la cual hombres y mujeres podían trabajar juntos, los Masones de la Gran Logia
de Francia, a pesar de la Constitución de Anderson, deciden crear de nuevo Logias
de Adopción. Estas no se parecen en nada a las de los siglos XVIII y
XIX.
Las Logias masculinas podían, después de haber pedido la
debida autorización al Consejo Federal de la Gran Logia de Francia, fundar una
Logia de Adopción. Esta Logia llevaba el nombre de la Logia
masculina de la que había surgido. Además, los trabajos en la Logia
femenina eran idénticos a los de las Logias masculinas. La Gran
Maestra de la Logia, es decir, la Presidenta, dirigía las Tenidas y establecía libremente
el Orden del día. Se admitían en las reuniones a los Masones de
todas las Obediencias reconocidas por la Gran Logia de Francia, siempre que
fueran Maestros Francmasones. No había más que tres grados: 1º
Aprendiza, 2º Compañera, 3º Maestra. A pesar de este nuevo éxito, el
ritual femenino seguía siendo diferente al de los hombres.
El 29 de mayo de 1901, El Libre Examen, de la Gran Logia
de Francia, crea la primera Logia de Adopción en Francia.
El 8 de julio de 1936, se constituye el Congreso anual de las
Logias de Adopción bajo la presidencia del Gran Maestro de la Gran Logia de
Francia, y se crea una gran Secretaria. A finales de 1936, se
designó una Presidenta para dirigir las Tenidas Colectivas. Se puede
considerar esta Secretaría como el embrión del futuro Consejo Federal.
De esta forma siguieron trabajando las Logias de Adopción hasta 1940. Durante el período de la Segunda Guerra mundial, las Masonas fueron perseguidas y deportadas. En el Convento de 1945, los Masones de la Gran Logia de Francia les permitieron a las Masonas crear una Obediencia femenina independiente. El 21 de octubre de 1945, la Unión Masónica femenina de Franciacelebró su primera Asamblea General, y en 1952, tomó el nombre de Gran Logia Femenina de Francia, adoptando en 1959 los Rituales y los signos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado que utilizaban los hombres.
La Gran Logia Femenina posee un Consejo Federal y un Supremo Consejo. Se compone de unas ochenta Logias en Francia, tres en Suiza y tres en Bélgica, con más de tres mil miembros. Si hemos creído conveniente dar estos antecedentes históricos de la Masonería femenina francesa, es que ella fue en el siglo XVIII y luego en el siglo XX, la primera en luchar con tenacidad por su independencia y por su evolución espiritual y moral.
En España durante la Dictadura de Primo de Rivera, desaparecieron todas las Logias de Adopción y durante la Segunda República empezaron a establecerse de nuevo en Barcelona y en Madrid, pero no les dio tiempo a extenderse por toda España. Después de 1980, además de la Obediencia Derecho Humano Mixto e Internacional, existen varias Logias únicamente femeninas: una Logia independiente Isis Sabiduría en Barcelona, y en espera que puedan constituirse en Obediencia española independiente, la Gran Logia Femenina de Francia, ha creado dos Logias, una en Barcelona y otra en Madrid. El Gran Oriente Español posee algunas Logias de Adopción.
En 1891 se instala en nuevo Laredo Tamaulipas una Logia Femenina llamada “Josefa C. de Cantón”, perfectamente reconocida por la Masonería del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, incluso por Logias de Texas. En 1898, se forman en el norte de México, cuatro (4) Logias integradas por mujeres. En 1935 algunos hermanos de la Logia “Reforma 33” Nº 5, inician en la Masonería escocesa un grupo de mujeres progresistas, medicas algunas de ellas, formando la Logia “Alma Mexicana” Nº 9. En 1945 pasan a formar parte del Rito Nacional Mexicano y años después se constituyen en Gran Logia Femenina. En 1965 se establecen como Gran Logia Independiente practicando el Rito Escocés Antiguo y aceptado con el nombre de Gran Logia Unida Femenina “Alma Mexicana”, el que conserva aun. Esta Gran Logia esta conformada por más de 30 Logias Femeninas, dos (2) de las cuales están en el extranjero. Otras Grandes Logias que funcionan en México son: la Gran Logia “Teoyocihuatl”, Gran Logia “Alma de Anahuac”, Gran Logia “Mujeres Insurgentes”, Gran Logia Femenina de Michoacán, Gran Logia Femenina de Veracruz, Gran Logia Femenina de San Luís Potosí.
En la actualidad existen en el mundo varias Obediencias estrictamente femeninas independientes, de Rito Escocés Antiguo y Aceptado en 24 naciones: Francia, Inglaterra, Bélgica, Suiza, España, Luxemburgo, Canadá, Isla Mauricio, Guadalupe, Martinica, Togo, Costa Marfil, Gabón, Venezuela, Brasil, México, Italia, Portugal, Chile, Estados Unidos, Alemania, Hungría, Rumania y Turquía, con Logias en otros 6: Puerto Rico, Polonia, Rusia, la República Checa, Perú y Bolivia. Ninguna de ellas de adopción. Y faltan datos de otros municipios. Para un total de 30 países con Masonería femenina practicando el Rito Escocés Antiguo y Aceptado de idéntica manera como lo hacen las Grandes Logias masculinas y mixtas que lo han adoptado para sus Liturgias.
En Inglaterra se encuentra la Gran Logia Femenina más grande del mundo con más de 15.000 miembros con el nombre de “Order of Women Freemasons”.
En la Republica de Chile, esta la Gran Logia Femenina de
Chile. Sus orígenes se remontan al 11 de enero de 1970 con la
fundación de la primera Logia Femenina “Araucaria” Nº 3 que junto con otras
tres (3) Logias Masculinas que constituían la Gran Logia Metropolitana,
pertenecían al Benemérito Rito Nacional Mexicano. Desaparece la Gran
Logia Metropolitana de Chile, pero las mujeres continúan trabajando y en 1971
la Logia “Araucaria” se convierte en la Nº 1 y así fundan otras Logias como la
Logia “Acacia” Nº 2 en 1983, y la Logia del Valle de Rancagua que seria la Nº
3.
En los demás países, las organizaciones son Logias de
Adopción, mixtas o paramasónicas, como en EE.UU., Las Hijas del Nilo,
o Las Hijas del Arco Iris.
PERSPECTIVAS
Grande ha sido la lucha de la mujer por conquistar espacios que le habían sido vedados durante muchas centurias por justificaciones artificiosas que nada tenían que ver con supuestas incapacidades y limitaciones; sino con una lucha por el poder, basada en la violencia física, ideológica y psicológica. Hoy la mujer en casi todo el mundo ha ido recuperando derechos que le habían sido arrebatados. En Venezuela, así como en otras naciones, Nuestra carta magna establece la igualdad jurídica de mujeres y hombres y eso se traduce en un sinnúmero de oportunidades para educarse y recibir capacitación para acceder a los mas variados puestos de trabajo, obteniendo así independencia económica, para tener voz y voto en los foros nacionales e internacionales, donde se presentan y discuten asuntos de importancia para la economía, el bienestar social, la paz, etc., para alcanzar posiciones políticas que conllevan tomas de decisiones, etc. Se ha conquistado en otras palabras, el espacio exterior; pero hay un espacio mas importante que hay que conquistar, porque de eso depende nuestra excelencia humana: el espacio interior, el que abarca los aspectos sentimentales o afectivos, morales y espirituales y ese es el mas difícil de conquistar, tanto para hombres como para mujeres, porque vivimos inmersos en una cultura utilitaria, consumista, competitiva, enajenante y de rampante corrupción. Sin embargo, no todo son sombras, porque hoy la Masonería cuenta con un lugar para las mujeres que quieran trascender sus ancestrales limitaciones a través de sus enseñanzas, aunque esto no sea bien visto por algunas personas, hermanos y parcelas que viven anclado en el pasado o sugestionados por normas y limites realizados en un pasado que no es el presente, ni es el nuestro.
¿POR QUÉ UNA MASONERÍA FEMENINA?
Durante siglos la mujer no fue libre; vivía bajo la tutela de su padre o de su marido; era normal que al liberarse de dicha tutela, haya pensado en liberarse completamente. También, excluida de todos los movimientos de pensamiento, se comprende que en nuestra época en que reivindica con empeño el derecho a tener plena actividad recabe además la posibilidad de progresar espiritual y moralmente.
Una de las objeciones que hacen los Masones partidarios de la
aplicación estricta de la Constitución de Anderson, es que la Francmasonería
procede de una profesión de hombres. A lo que replican las Masonas,
que hoy día las mujeres ejercen las profesiones de arquitecto, ingeniero,
médico, abogado, etc… y que sus actividades no se centran sólo en
los quehaceres del hogar y en la procreación.
Según la Gran Logia Femenina de Francia, la finalidad de una
Logia estrictamente femenina, no consiste en aislar a las
mujeres. No hay que olvidar que la mujer ha vivido en un mundo
elaborado por y para el hombre. Para poder estudiar todos los
problemas y llegar hasta lo más profundo de sí misma, sólo puede trabajarse
entre mujeres, ya que lo que se necesita es repensar los problemas desde el
ángulo específico femenino. Así pues, las mujeres trabajan solas,
para reunirse después con los hombres, abordando los problemas comunes en un
plano de absoluta igualdad. Estos pueden asistir a las reuniones de las Logias
de la Gran Logia Femenina de Francia, como visitadores.
En cuanto a las Masonas del Derecho Humano, consideran que la
presencia de hombres que exponen sus pareceres, y la presencia de mujeres que
después de escuchar, opinan a su vez, permite que la mujer progrese más
rápidamente. La otra diferencia, entre la Obediencia femenina y la
Obediencia mixta, consiste en que la Obediencia y los trabajos de aquélla,
están dirigidos sólo por mujeres, mientras que en ésta última, hombres y
mujeres se reparten los puestos; y de ahí que en la práctica puedan plantearse
algunos problemas no difíciles de superar.
En realidad, sea cual fuere la Obediencia, al trabajar por su
propio perfeccionamiento, en el ambiente particular de su Logia, las Masonas
están persuadidas de que por la educación que pueden dar a sus hijos, por su
comportamiento, la humanidad podrá progresar y conocer merced a la tolerancia:
la Libertad, la Paz y la Justicia.
EL DEBATE
Cuando el tema de la mujer en Masonería sale a colación, se
pone en marcha un debate (a menudo apasionado) entre dos tendencias existentes
dentro de nuestra Fraternidad.
Sinceramente, nunca pude comprender del todo la oposición de
una de ellas puesto que, a estas alturas y a los inicios del siglo XXI, resulta
un tanto anacrónico seguir debatiendo este asunto con los mismos argumentos de
antaño. El inmovilismo argumental de algunos HH∴, es lo que más me
preocupa.
No quiero poner en duda la intención de algunos de los
argumentos esgrimidos para rechazar la iniciación de la mujer pero, a pesar de
ello, como deseo ser coherente con los principios que siempre, según mi buen
saber y entender, he defendido, deseo insistir en que el «problema»
(si en realidad lo es), se debata a la luz y conocimientos de nuestro tiempo. Para
hacerlo con la necesaria templanza y objetividad, debería tenerse en cuenta
nuestro actual entorno social abandonando obsoletas concepciones.
Debemos enfrentarnos a esta nueva situación de la justa
emancipación plena de la mujer en todos los ámbitos, con coherencia y
veracidad. Coherencia con los postulados que propugnamos como Masones para
todo el Género Humano.
Veracidad para con nosotros mismos, a la hora de preguntarnos
la razón o razones de nuestra oposición: ¿es ésta puramente visceral, o
realmente producto de un proceso objetivo de reflexión?
Bien a mi pesar, tengo que asumir que este debate aún seguirá
por algún tiempo. Los cambios, incluso en organizaciones con
principios democráticos innatos, siempre resultan lentos y difíciles…
Con todos los argumentos a mi alcance, además de una pizca de
pasión de hijo, padre y compañero, me veo en la obligación moral de continuar
en el intento. He de apelar también al corazón (algo más de
sensibilidad no nos vendría nada mal) para intentar convencer a muchos de mis
QQ.·. HH.·. de lo obsoleto de sus posturas al
respecto.
Muchos de ellos, como únicos argumentos, se apoyan unas veces
en la «Tradición», otras en las Constituciones de 1.723, y algunos
van mucho más allá recurriendo a teorías antropológicas de nula base científica
y de fascistas reminiscencias.
Todos estos esfuerzos (dignos, a mi entender, de mejor causa)
están encaminados a impedir que más del 50% de la Humanidad beba en las mismas
fuentes del Conocimiento que nosotros, varones «libres» y nacidos de
mujer.
El derecho, que algunos dicen les asiste, para rechazar la
Iniciación e integración de la mujer en Masonería, debe ser forzosamente el
punto de partida para mis argumentos para defender lo contrario.
Constituciones de
Anderson (1.723)
Estas Constituciones, salidas de la imprenta de Willian
Hunter, Londres, en el año Masónico de 5.723 (1.723 E.·.V.·.), son como diría
un castizo: «la madre del cordero». En su extensa Sección
Primera se dedican a desgranar la cronología «Masónica», desde el año
I (4.000 A. C.) hasta el año de 1.723 D.C., según la redacciónque de la
misma hizo el pastor protestante ANDERSON.
Es en su Sección Segunda (Obligaciones de un
Francmasón), apartado III, está el origen de lo que aún hoy sigue sembrando la
polémica: «Los candidatos admitidos como miembros de la Logia, deben ser
buenos y leales, nacidos libres, de edad madura y discreta, no esclavos, ni
mujeres, no inmorales o escandalosos sino de excelente reputación».
Las personas con taras físicas, en los tiempos en que se
redactan las Constituciones, no podían ser miembros de la
Masonería. Esta limitación, muy pronto fue ignorada,
afortunadamente. Mientras, la que hoy nos ocupa, sigue vigente, en
algunas Obediencias de talante «regular», lamentablemente.
Llegados aquí, hemos de recordar que la inclusión de las
mujeres de los Gremios de Constructores (viudas e hijas de Masones), se había
llevado a cabo en tiempos avanzados de la Masonería Operativa, bastante antes
de redactarse las Constituciones.
Hasta entonces, había existido presencia femenina en los
Gremios, según consta en escritos medievales que se refieren a
la construcción de grandes templos (Estrasburgo o Magdeburgo),
en Europa.
Por otro lado, y antes de pasar a otro tipo de
argumentaciones, he de confesar muy sinceramente que no logro comprender la
oposición frontal de algunos HH∴ al ingreso de la mujer en nuestra
A∴ O∴ o, lo que aún me sorprende más, la defensa
«numantina» de la exclusividad de nuestros Talleres para el sector
masculino.
Dejando a un lado la incomprensible «fidelidad» de
algunos a la literalidad del citado párrafo de las Constituciones de 1.723,
creo que pocos de los que no admiten la integración de la mujer en Masonería se
han parado a pensar en el hecho simple pero rotundo: lo «dogmático»
que resulta apelar a las Constituciones, solamente cuando nos conviene y muy
especialmente en este casoconcreto de la mujer.
Resulta, por lo menos para muchos de nosotros, incomprensible
que una Fraternidad que ha tenido a gala luchar contra todo tipo de «dogmas»,
termine por «crear» y «mantener» uno, para justificar la no
participación de la mujer. Este «dogma» está fundamentado
en un párrafo de un Documento escrito en 1.723, producto de la mentalidad de
aquellos años y elaborado por hombres deiglesia (no olvidemos
la calidadde pastores protestantes de Anderson y Désaguliers), puritanos y
con un conceptosobre la inteligencia y aptitudes de la mujer de
su época totalmente diferente al nuestro.
Deberíamos tener muy claro, a estas alturas, que Anderson
excluye a las mujeres, no por una cuestión iniciática o relacionada con la
Tradición; sino por un hecho histórico constatable en aquella época: las
mujeres vivían y morían bajo la tutela masculina y a casi nadie se le ocurría
considerarlas libres ¿Cómo podían tomarlas en cuenta?
Curiosamente, y en el Articulo XXXIX (último de ellos) de los
Reglamentos Generales, recopilados por George Payne (Segundo Gran Maestre de la
Logia de Londres) en el año 1.720 (tres años antes de las Constituciones de
Anderson), se dice: «Cada sesión anual de la Gran Logia,
tiene poderinherente y autoridad para hacer nuevas
reglamentaciones o alterarlas, para el beneficio real de esta antigua
Fraternidad…»
¿Se refiere solamente a los Reglamentos o, por el contrario,
la filosofía de apertura futura a la «modificación o
«alteración», en caso necesario y con la aprobación de los miembros
de la Gran Logia, podría entenderse extrapolable a las propias Constituciones?
Nada en ellas nos dice que sean «intocables» o «inmutables»
en el tiempo.
El «dogmatismo» al respecto, aparece mucho más
tarde para preservar, mucho me temo, la pretendida «única» y
hegemónica autoridad Masónica de nuestros HH.·. de La Gran Logia
Unida deInglaterra.
En el último Artículo de los Reglamentos (el XXXIX), se parece dejar una puerta abierta para futuras modificaciones, alteraciones o adaptaciones de las líneas maestras de actuación (lo cual seria lógico e inteligente). Hoy, a pesar de las dificultades de orden práctico para la aplicación del pleno derecho de la mujer a acceder a los mismos puestos laborales queel hombre, a nadie en su sano juicio se le ocurriría decir en voz alta (por lo menos en nuestro entorno occidental), que las mujeres no son libres. Luego, si lo son, admitámoslo con todas las consecuencias, también en Masonería. Hora va siendo de que, sin argumentaciones que ya no tienen más valor que el de la anécdota, digamos lo que pensamos con valentía.
Es curioso reseñar –como ya se expreso en la sección UN
POCO DE HISTORIA del presente trabajo -, solamente como anécdota
histórica, que allá por el siglo XVIII, aparecen enFrancia varias
Sociedades Secretas que tratan de imitar a la Masonería en su forma externa,
caracteres y Ritos.
Se diferencian, entre otras cosas, de la Masonería, por la
admisión de las mujeres. Entre estas pseudo – Masonerías podemos
encontrar –como ya se dijo- la fundada por Cagliostro (aún hoy sigue
funcionando en varios países).
Volviendo a las Constituciones de Anderson, sinceramente
pienso que deberían ser leídas e interpretadas teniendo en cuenta su contexto
histórico. La interpretación y aplicación práctica de las mismas (incluido
el párrafo discriminatorio para la mujer), en nuestros días, tiene que pasar
forzosamente por su adaptación, con la necesaria valentía, a la realidad social
de nuestro tiempo.
El aferrarse, aún hoy, a la prohibición de la pertenencia a
la Masonería de la mujer en aquella época, es poner la zancadilla al progreso
que, por otra parte, como Masones, propugnamos siempre para «toda» la
Humanidad. Seguir insistiendo sobre la «vigencia» de
semejante párrafo de las Constituciones, en pleno siglo XXI, es (a mi juicio)
como querer perpetuar la constitución fundadora de un país, sin enmiendas o
reformas para adaptarlas a los entornos actuales o pretender que nuestras mujeres,
muchas de ellas profesionales, no ejerzan lo aprendido en un empleo honorable.
Sinceramente, tengo la impresión de que algunos sectores de
la Masonería, han quedado anquilosados por su empecinamiento en mantener un
cierto «poder» masculino que, quieran o no, está
perdiendo fuerza, afortunadamente.
Para poder comprender mejor la postura discriminatoria de los
«fundadores» de la Masonería Especulativa, deberemos hacer un pequeño
ejercicio de «bilocación» a aquellos tiempos, en los que la inmensa
mayoría de las mujeres eran analfabetas, amén de «esclavas», por la
legalidad vigente y la voluntad de sus maridos.
Más adelante, allá por el año 1.774, cincuenta y un años
después de promulgadas las Constituciones de Anderson, en Francia muchos de los
que habían defendido a capa y espada la no integración de la mujer, creen
llegado el momento de una adaptación a los tiempos.
Ante el despertar de una sensibilidad social diferente,
surgida de las ideas revolucionarias, optan (claro ejemplo de que todo puede y
debe adaptarse a cada época y las Constituciones también) por fundar la
«Masonería deAdopción».
Con la creación de esta Masonería, se puede canalizar la
entrada en ella de muchas mujeres, si bien por la puerta de atrás, que empiezan
a demostrar la suficiente inquietud social e intelectual y se interesan por la
afiliación a nuestra Orden.
Las razones fundamentales de este interés femenino
por nuestra Orden, está en los postulados Masónicos
de:Libertad, Igualdad y Fraternidad, en los que ven el camino de
futuro para sus aspiraciones de emancipación. ¿Qué razones de fondo
existieron para este importante cambio en la mentalidad de los
miembros del Gr.·. Or.·. de Francia?
Para mejor poder comprender este cambio de postura (sin duda
radical para su tiempo) de la Masonería francesa, deberemos situarnos en el
contexto histórico de la Francia de Luis XV (1.715-1.774).
Francia está volcada y comprometida de lleno en la ayuda
económica y militar a los independentistas de lo que, pasado algún tiempo,
serian los EE.UU. de América del Norte. Esta
postura comprometida, tiene mucho que ver con la vieja enemistad entre los dos
vecinos del Canal de La Mancha.
A ambas orillas,
además de las diferencias ideológicas, están surgiendo otras generadas por dos
conceptos distintos de entender la Masonería y que permanecen vigentes hasta
nuestros días.
El éxito de los patriotas americanos en la consecución
práctica de sus ideales deindependencia, despierta en lasociedad francesa
(por un fenómeno de «empatía») las ideas liberales que serán el caldo
de cultivo de un próximo y radical cambio, no solamente en Francia, sino en
toda Europa. En realidad, y mientras los patriotas americanos
declaraban su Independencia de Inglaterra (año 1.783), en el otro lado del
Atlántico Norte se estaba fraguando la Revolución Francesa y, con
ella, el derrocamiento (sangriento en muchos de los casos) de
lasestructuras feudales y clericales aún vigentes en gran parte de Europa.
Un Francmasón, George Washington, es elegido primer
Presidente de los EE.UU. de América. En el año 1.789,
bajo el reinando de Luis XVI, el pueblo de París toma la Bastilla y comienza
una nueva Era para Europa Occidental. A partir de este momento, nada
será igual en el mundo.
En este ambiente, en el que la mujer marcha al frente de
los pelotones que atacan la Bastilla y donde el nuevo himno nacional (La Marsellesa)
tiene nombre femenino… ¿Cómo no iba a cambiar la Masonería
francesa sus concepciones andersonianas, respecto al derecho de la mujer a ser
libre? ¿Qué «tradición» estaban siguiendo nuestros
HH.·. Franceses? ¿No estaban acaso respondiendo, empujados por la realidad
social y bajo el peso de la razón, a las exigencias del momento y dejando a un
lado obsoletas concepciones?
Eso sí, como muestra de la debilidad de sus convicciones
liberales recién estrenadas, las mujeres estarán aún «bajo» la tutela
de los Masones varones y sometidas a la presidencia en Logia de un
V.·. M.·. Pero, aún así, ¿no se había producido ya un
salto cualitativo extraordinario y revolucionario en la Masonería?
Han transcurrido ya muchos años desde la creación de la
Masonería de Adopción y a pesar de las múltiples «revoluciones» (y no
me refiero exclusivamente a las sangrientas, sino también a las de tipo
cultural) que se han sucedido durante estos prodigiosos años, muchos de
nuestros HH.·. parecen sufrir un importante «daltonismo»
social. Una buena parte de ellos parecen ignorar los cambios
operados en su entorno, y tampoco reconocen las señales de cambio que por
doquier se pueden observar.
Siguen aferrados a unas ideas que no se sostienen y a una
«tradición» interesada y lejos de todo ideario realmente
Masónico. Pretenden seguir ignorando que la mujer, a pesar de alguna
corriente de opinión aún existente que parece lamentar su emancipación, es
libre (en realidad lo fue siempre a pesar de nosotros ignorarlo).
Masones han sido los que colaboraron activamente en la
redacción de los Derechos Humanos; Masones han sido los que han creado
movimientos de SolidaridadInternacional pero, a pesar de todos estos hitos
importantes en la reciente historia de la Humanidad y de la Masonería
moderna, muy pocos Masones ilustres se han comprometido en la causa pendiente
de la emancipación total de la mujer, de manera individual.
¿Será por temor a una pérdida de protagonismo en las estructuras de «poder» hechas por y para varones?
Diversidad
de Pensamiento y Actuación
Si realmente el argumento de algunos está basado en las supuestas carencias de las mujeres para ser iniciadas, haydatos estadísticos recientes (reportaje sobre la Masonería inglesa del Sunday Times, Agosto 99) que parecen poner en tela de juicio sus argumentos. Durante las dos últimas décadas, en las Logias de la Gran Logia Unida de Inglaterra, la cifra de los Masones varones ha descendido en el impactante número de ¡¡ 60.000 !!
En los últimos diez años, en extraña contraposición al anterior fenómeno, la cifra de mujeres Masones en el Reino Unido, cuna del conservadurismo Masónico, es de 14.000 o más.
Según los portavoces de las Obediencias Femeninas implantadas en aquel país, hay muchos miles más de postulantes esperando ser aceptadas. Se trata de Obediencias no ligadas, naturalmente, a la Gran Logia Unida de Inglaterra.
¿Cómo reaccionará la Masonería Inglesa conservadora ante este
hecho innegable? ¿Serán capaces de seguir ignorando la realidad?
Posiblemente como reaccionaron los franceses, durante los
tiempos de la Revolución, al comprobar que la mujer tomaba las riendas de su
destino.
Naturalmente, hoy la mujer ya no se conforma con la
«tutela» del varón y exige la igualdad que le corresponde por
derecho, también en las Logias.
Las Logias de «Adopción», en nuestros días, serian una pobre aportación a la realización de la trilogía Masónica: Libertad, Igualdad y Fraternidad y, por supuesto, un insulto aún mayor a la capacidad de la mujer para tomar sus propias decisiones, incluso en el terreno de lo iniciático.En Francia, la Obediencia conservadora más numerosa y que hasta hoy rechazaba de pleno la iniciación de mujeres, está debatiendo desde hace algún tiempo este «espinoso» tema al nivel nacional. Algo se está moviendo y no dudo que muy pronto podremos ver los resultados.
La mujer, QQ.·. HH.·. no piensa de
manera diferente al varón. Si deseamos reflejar toda la verdad
tendríamos que decir que, además de interesarse por los
mismosproblemas que él, se preocupa por otras parcelas de la vida que le
atañen más directamente, en su calidad de madre y esposa.
La mujer, hasta hoy, debe luchar mucho más que nosotros por
cada centímetro de libertad y justicia que le va arrancando a la
sociedad. No solo tiene que demostrar lo que vale, sino que se le
exige mucho más que al varón para poder alcanzar las mismas metas.
Seguir explicando las cualidades o defectos de la mujer, seria seguir el juego a los que la discriminan. La mujer, y esta es la realidad constatable en el día a día, tiene virtudes y defectos como el hombre. Las diferencias, si existen, se deben a una cuestión cultural y no a estructuras cerebrales diferenciadas. ¿No será que nuestra «igualdad» como sucede en la física con los polos del mismo signo, se repele?
Quizá esta «igualdad», reconocida tardíamente por nosotros, sea una de las razones de la lucha que algunos sectores de la sociedad (no solamente Masones) pretenden prolongar en el tiempo. Si es igual, pensarán algunos, tendremos que compartir nuestro «poder» o protagonismo con ellas. No existen argumentos realmente racionales para rechazar a la mujer en Masonería. Así lo han visto muchos Masones y Obediencias que hoy las admiten en su seno con fraternal igualdad. El problema se perpetua por la oposición de unos pocos que, vuelvo a repetir, eligieron el «dogma» y no la evolución acorde con los tiempos.
Hoy en día la mujer está presente en todos los trabajos y los
realiza en general tan bien o mejor que los hombres con sus diferencias físicas
lógicas. No existe pues ninguna razón para negarle los enormes beneficios
de su ingreso y progreso en Masonería.
Otro gran argumento proviene de los LANDMARKS y en concreto
el llamado Landmark Nº 18 de Albert G. MacKey, Quien afirma
que “deben ser hombres no mutilados y de edad madura (¿60
años?). Las mujeres y esclavos (¿Gente de color?) nacidos en
cautiverio están descalificados para la iniciación”. ¿Por qué inventó MacKey
esto sobre las mujeres?
Desde entonces los LAND MARKS originales (La famosa
tradición) e inmutables han sufrido distintas modificaciones, pero la mas
fuerte es la del 4 de Septiembre de 1.929 en que la Gran Logia Unida de
Inglaterra, incluyo por su cuenta, la obligatoriedad de la creencia en la
inmortalidad del alma….. (Fuerte dilema para muchos Masones librepensadores
y de lo que se habla poco en las Logias auto llamadas
regulares) ¿Por qué será?
Con la gente de color se ha empezado a arreglar el tema ya
que la Gran Logia Unida de Inglaterra ha reconocido muy recientemente a las
Logias PRINCE HALL de USA (Mas de medio millón de HHஃ), que se formaron hace mas de 150 años por negros.
Con los lisiados y minusválidos se conocen hermanos que
fueron iniciados en Talleres Regulares, en silla de ruedas, otro cojo y algún
otro manco, se han dado casos también de que han pasado a esta condición,
después de iniciados, es decir que también de hecho se ha transgredido este
Landmark.
Hasta están comenzando a parecer recientemente en Inglaterra
y Holanda, Logias exclusivas con homosexuales.
Sin embargo, en algunos países, con las mujeres no ha habido
este “mirar hacia otro lado” a pesar de que se puede entender que la palabra
hombre, se puede referir de una forma genérica al Genero humano y por tanto dar
cabida a las mujeres en algunas Obediencias. ¿Por qué de ese trato
desigual? ¿De que se tiene miedo?
Qué argumentos racionales se pueden ofrecer por parte de un
recién iniciado a su esposa que le pregunta ¿porque ella no puede entrar en la
obediencia de su marido?
¿Seguro que entendemos el significado de llamarnos hijos de la
viuda?
Tradición
Como ya se dijo anteriormente, si por «tradición» quiere entenderse la no existencia de mujeres en los antiguos Gremios de Constructores, estamos errando. Las hubo. Existen referencias escritas sobre mujeres (viudas o hijas de Masones Operativos) que trabajaron en la construcción de algunas catedrales del Medioevo.
Si como tradición queremos tomar la que se remonta a los Misterios de Egipto, Grecia,Cultura Celta, Roma, etc., mal hemos escogido nuestros argumentos. Digo mal, puesto que incluso los que se oponen a la iniciación de las mujeres en la Masonería, tendrán que reconocer la importancia, en el terreno de lo trascendente y «sagrado», que las mujeres tuvieron en las citadas culturas. La sociedad de entonces si las consideraba «iniciables».
En el santuario de Menfis había doncellas iniciadas en los más importantes secretos de los Misterios y tomaban parte en todas las ceremonias sagradas.
Los Misterios de Ceres, estaban dirigidos por sacerdotisas
(iniciadas por supuesto) que, además, transmitían a los sabios de aquellos
tiempos instrucciones con las que ellos formaban después a sus discípulos.
Las sacerdotisas, Pitonisas, Oráculos, etc., de aquellas
culturas «estaban» en contacto «directo» con la
divinidad. Ellas, eran el vehículo entre los dioses y los hombres ¿Alguien
duda de la importancia de sumisión y del reconocimiento y respeto social
de que gozaban?
Los Celtas, guerreros temidos por su ferocidad en el combate,
otorgaban a la mujer la misma posibilidad que al hombre para alcanzar
el grado iniciático de Druida, después de un largo periodo
de aprendizaje. Ellos, fueron los precursores del actual
Derecho de FamiliaGermánico y Sajón, en los que la mujer (no los hijos
como sucede en nuestro Derecho Romano) hereda a su marido con todas las
prerrogativas y derechos.
Si deseamos referirnos a la «tradición» Masónica, desde 1.723, ya hemos comprobado como el Gr. Or.·. de Francia, y después de un intenso debate, optó por dar a la mujer la posibilidad de la Masonería de Adopción en 1.774. Desconozco los argumentos esgrimidos en ese debate para poner en marcha una Masonería de Adopción, que atacaba frontalmente lo plasmado en las Constituciones. Haciendo un poco de ciencia-ficción, me atrevería a pensar que fueron del mismo tipo de los aquí esgrimidos: «la mujer ha alcanzado su mayoría de edad». El paso, aún siendo corto para nuestra mentalidad del siglo XXI, fue enorme para aquella época.
Estamos ante uno de los momentos históricos más importantes
para el futuro de la Humanidad. Está germinando una Revolución que
trastocará el orden social hasta entonces establecido.
A partir de la Revolución Francesa, nada será igual en una
Europa dominada, hasta entonces, por tiranos déspotas y clérigos con un inmenso
poder terrenal.
Nuestros HH.·. Franceses, quizá un poco asustado ante la innovación que la Masonería de Adopción representaba, fueron lo suficientemente adelantados de su tiempo al ver la necesidad de abandonar «dogmas» basados en la «fidelidad» a ultranza de la «letra». Fue el primero y tímido paso para avanzar en el camino de la igualdad que, más tarde, sería una de las bases de nuestra Trilogía Masónica por excelencia: Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Diversidad en Modos de Pensar y Actuar. Cuando algunos HH.·. se dedican a sentar cátedra con argumentos que consideran acertados para justificar la no aceptación de la mujer en Masonería, basándose en ciertas «diferencias», tenemos que sonreír y en especial LA MUJER. Es evidente que la mujer es diferente ¡Faltaría más! Pero lo son en lo morfológico, que no es en lo intelectual.
A estas alturas, demostrada ya con creces la capacidad intelectual de la mujer en todos los ámbitos de la cultura y del trabajo, seria de muy mal gusto (además de patético) seguir argumentando diferencias «cerebrales», hemisferios con diferentes habilidades a los nuestros, etc. Como miembro del Género Humano, la mujer ha pasado por diversas etapas evolutivas (en cuanto a lo intelectual), no siempre idénticas a las del hombre.
Esto es demostrable y evidente.
La discriminación de la mujer respecto al acceso a la enseñanza, siquiera elemental, dejó de ser una realidad no hace tanto tiempo. Su derecho al sufragio universal, fue conseguido gracias a muchas batallas, algunas incluso sangrientas, para poder arrancárselo al legislador varón. Su acceso a los distintos puestos de trabajo, a cualquier carrera o a la milicia, si así lo desea, son logros de finales de este siglo.
El acceso masivo de la mujer (en nuestro mundo occidental) al
mundo de la cultura, no es tan antiguo. Podemos retroceder un siglo
como máximo.
¿Cómo podemos pretender que las mujeres estuvieran preparadas
en ramas del saber humano a las que nunca tuvieron acceso? ¿Qué canales tenían
a su alcance para demostrar de lo que eran capaces en otros terrenos distintos
a las tareas del hogar?
No se trata aquí de un problema de hemisferios cerebrales
dotados para distintas habilidades que los nuestros, sino la imposibilidad real
de adquirir conocimientos y habilidades, distintos a los que tenían que ver con
las labores de la casa o, en la sociedad rural, con las del campo.
Es necesario hacer hincapié en un detalle (muy importante) a
favor de la mujer: Ella, además de su capacidad demostrable y demostrada para
cualquier tarea intelectual o laboral, tiene una dotación
«especifica» para llevar a cabo la mayor y más importante
«iniciación» en la vida de un Ser Humano: la
maternidad. El simple hecho de «poder ser» o ser madre,
hace que la mujer posea, además de su innegable capacidad de lógica y
raciocinio, una especial carga de sensibilidad y ternura que, por desgracia,
nosotros nunca podremos tener. Esta capacidad, la convierte en apta
no solo para ser «iniciable», sino para comprender y vivir lo
«trascendente» desde puntos de vista mucho más amplios y elevados que
nosotros.
Pretender que la mujer tiene una «psique» distinta
o que su capacidad de comprender y «vivir» lo trascendente, el
simbolismo o cualquier otra manifestación semejante es inferior a la del varón,
seria introducirnos en teorías elaboradas por algunos para menoscabar la
realidad y siempre en provecho del macho dominante. De una vez por
todas, el artificial antagonismo generado por prejuicios sin fundamento lógico,
tiene que dejar paso a la razón y a los hechos constatables. Tenemos,
en una palabra, que ser valientes. El varón, con mayor acceso a la
cultura y participación directa en el poder decisorio de los Estados, fue
formándose en multitud de disciplinas vetadas a la mujer.
Son muchos miles de años en una situación de «segundona»
que, como era de esperar, no podía mantenerse eternamente.
Como únicos detentadores del poder, nos cuesta mucho compartirlo y, ésta, realmente, quizá sea la única razón por la que seguimos ofreciendo una resistencia numantina al avance hacia la total igualdad de nuestra compañera.
De hecho, dicen algunos, todas las aportaciones al pensamiento y a la ciencia, desde la antigüedad conocida, fueron hechas por varones ¿Acaso ello demuestra que la mujer no era apta para ello? Desde luego que no. Lo único que demuestra, QQ.·. HH.·. es la nula participación de la mujer en el mundo de la cultura.
Las únicas habilidades que podía desarrollar eran las
relacionadas con el hogar. Todo ello no por incapacidad, sino por
«imperativo» de la legalidad vigente (pensada y promulgada por el
varón).
Cuando el lado femenino de la Humanidad comienza a hacerse
notar en las Ciencias y las Artes, es precisamente a partir del siglo
XVIII (Independencia de América, Revolución Francesa,Ilustración). A
partir de ese momento histórico desencadenante del pensamiento liberal, es
cuando nombres femeninos comienzan a aparecer en ámbitos hasta entonces
vedados. Irrumpen con fuerza y, a regañadientes, y muchos varones
tienen que reconocer su valía.
Respecto a otras opiniones sobre «diferentes»
maneras de pensar o «actuar» de las mujeres, realmente se está
entrando en un terreno que nada tiene que ver con la cuestión:
«iniciable», no «iniciable». ¿No será que
deseamos llevar el problema a un terreno que solamente tiene relación con la
eterna lucha por seguir ostentando, el varón, el poder «absoluto» en
la sociedad? ¿No estaremos discriminando a la mujer por su pensamiento
«diferente» en algunos ámbitos de la vida que a ella más le atañen y
que hasta ahora han sido coto cerrado de varones? Laeducación de los
hijos, la denuncia de la estupidez de lasguerras, el derecho a estar presentes
(en igualdad de condiciones) en todos los ámbitos de la sociedad donde se
decida su futuro y el de sus hijos…
De desear mantener una actitud coherente con esa
tradición a la que algunos apelan, deberíamos reclamar bastantes
«anulaciones» o «reformas» llevadas a cabo por Supremos
Consejos, Grandes Logias, etc. Sin embargo, muchas de estas
«innovaciones», son incluso bien aceptadas por los más conservadores,
como acordes con los tiempos y la natural evolución de la
sociedad. ¡ Curiosa dualidad de pensamiento !
Si como Masones aceptamos y suscribimos los Derechos Humanos
y nuestra propia Constitución, en donde se consagra la igualdad de todos los
Seres Humanos, sin discriminación de ningún tipo, estamos practicando una doble
moral, no acorde con las líneas maestras de nuestra Fraternidad Masónica.
Enlazando un poco con el inicio, antes de nada tendríamos que
aclarar a cual de las tradiciones nos referimos. ¿Estamos hablando
de la procedente de las fuentes más antiguas o de la que se inicia en un tiempo
más cercano a nosotros (1.723)?
¿Estamos hablando de la Tradición Primordial, de la que
salieron las múltiples ramas de un árbol que ha dado diversos frutos hasta
nuestros días?
Si nos referimos a la primera, todo lo que sabemos de las
culturas en que bebemos muchos de nuestros conocimientos actuales, nos da pie
para pensar que el papel de la mujer (o de algunas mujeres
privilegiadas, quizá), no siempre fue el de sumisión al varón.
En algunas de estas culturas fueron consideradas y
respetadas, como «Mater» y como poseedoras de capacidades
«trascendentes» especiales.
Si por tradición entendemos la que parte de una fecha más cercana (1.723), hora es, casi 300 años después, de que la razón triunfe sobre el «fundamentalismo» de algunos.
Es conveniente insistir, aún siendo repetitivos, que la mujer del año 1.723 no era «libre» y por lo tanto, ni siquiera podía ser considerada la posibilidad de su iniciación, a la hora de redactar las Constituciones.
Aquí, llegados a este punto, es obligante no solamente a apelar a la razón, sino también al corazón.
¿Es posible conjugar nuestras continuas apelaciones, como Masones, a la Libertad, Igualdad y Fraternidad del Género Humano y, al mismo tiempo ignorar a la mitad del mismo?
¿Realmente y en conciencia se puede hablar de coherencia?
¿Es posible conjugar un lenguaje de solidaridad, justicia e igualdad para todos y, al mismo tiempo, aducir «razones» que no lo son para cerrar las puertas de nuestras Logias a las que son nuestras madres, compañeras e hijas?
Sinceramente, si queremos permanecer anquilosados en tradiciones que impiden integral del Género Humano, meta que la Francmasonería persigue desde siempre, personalmente no puedo apuntarme a estas corrientes, ni por coherencia Masónica estar de acuerdo con ellas.
Como Masón que cree firmemente en la necesidad de luchar por la eliminación de prejuicios atávicos que impiden el avance de la justicia, para todos y en todos los ámbitos, no puedo admitir la «inmovilidad» de nuestra Fraternidad (o parte importante de ella) en el tema de la mujer.
Lo único que nos exige la «nueva» situación, QQ.·. HH.·. es ser naturales y ver a las mujeres como debemos verlas: como Seres Humanos iguales, sin complejos ni prejuicios previos. Lo demás, vendrá por añadidura.
No todas las asignaturas pendientes son acreedoras de los hombres. Una vez las puertas de estos colegios iniciáticos abiertas para todos, debe también la mujer dar un paso adelante en esta tarea antropogénica de conquistar su ser original lo que requiere superar los mitos subrepticiamente infiltrados en todas las culturas pero que hay que desenmascarar, precisamente con y desde la disciplina iniciática.
A través de la unión de los complementarios es como se llega a la síntesis del Orden Universal, siendo que de esta unión surge la vida en todos sus órdenes de realidad. La Masonería es una vía iniciática que mantiene vivos sus ritos y su código simbólico. Por ende, a la mujer le corresponde hoy en día incorporarse al camino del Conocimiento, sin que los símbolos Masónicos que se refieren al oficio de la construcción, suponga una condicionante a su realización, sino un modo nuevo de adaptación a la realidad de los tiempos. Indiscutiblemente la mujer siempre ha estado preparada para cualquier tarea que se proponga y por eso la Masonería le muestra el camino que la llevará hacia la regeneración de su individualidad y a la conquista de la universalidad del ser.
Fue necesaria la concurrencia de hombres y mujeres visionarios y abiertos y la participación activa de varias mujeres, que tomaron la bandera de lucha y la antorcha de luz que les entregara la primera iniciada, para que esta semilla arrojada en el surco se multiplicara y las Logias femeninas y mixtas se expandieran por todos aquellos países en que hombres y mujeres comprendieron que el desarrollo humano sería imposible sin el concurso de ambos sexos, en que cada uno es el complemento y no la supremacía del otro.
Las Grandes Logias, debe alinearse a la tendencia en que se encuentran gran parte de los Masones latinoamericanos y europeos, partidarios de una Masonería adogmática, que represente y encarne las fuerzas dinámicas frente a las tendencias estáticas que sostienen que la Masonería es un culto fundado en bases religiosas y cuyos dubitables principios originales –– los Landmarks –– son inmutables hasta el fin del mundo, en consecuencia, no se pueden introducir modificaciones en los principios y fundamentos de la Masonería Original sin cesar de ser Masonería. Esto en contra del principio PROGRESISTA de nuestra Orden.
Se debe tomar en consideración que los Landmark fueron empleados desde tiempos muy antiguos por los Masones operativos ingleses para referirse a las prácticas, costumbres, leyes, y usos de la Masonería y que la migración de Masonería operativa a Masonería especulativa ha transformado muchas de esas costumbres, leyes y usos, así como se ha transformado la humanidad.
Igualmente se debe considerar que no solo existen Las constituciones de Anderson y los Landmarks de Mackey, también existen los Landmarks de Mac Bride, que solo son doce; los de Pound que son ocho; los de Pike que son tres; los de Lecerff que son veinticuatro; los 54 de Grant de Louisville; los 24 de Lawrence; 27 son los que se desprenden de lo actuado y aceptado en la Asamblea General de Francmasones llevada a cabo en Paris en el año 1523 y ocho son los que conserva la Gran Logia Unida de Inglaterra.
Algunos de los linderos antes mencionados son comunes, otros son bastante diferentes y en algunos casos se encuentran en total contradicción. Determinar: ¿Cuáles son entonces los verdaderos linderos? ¿Cuál es la forma de establecer esto? ¿Cuáles son los patrones de referencia que debemos emplear para identificar los genuinos linderos? Son interrogantes que debemos darle respuesta. Seguramente no lo serán solamente los 25 linderos de Mackey, ni Las constituciones de Anderson.
Pareciera que la existencia de tantos y diferentes linderos obedeciera a intereses sectoriales, políticos y religiosos que existieron en nuestro pasado, respondiendo principalmente a propósitos de ejercer con exclusividad el gobierno de la Orden e introducir una orientación definida, contraria a los principios de universalidad y progresividad que nos han caracterizado. Resulta por demás importante determinar cuales de estos linderos son auténticos y en consecuencia imprescindibles para la conservación de la naturaleza y vigencia de la Fraternidad y en función de la clase de Masonería que queremos para el futuro.
Mantener que la mujer, los cojos, los lisiados, y los mutilados deben permanecer apartados de la Masonería o de cualquier otra institución por motivos históricos, es vivir de una manera virtual, anclado en un pasado que no es el nuestro, pues sólo somos responsables del aquí y el ahora. Las únicas condiciones para pertenecer a la Francmasonería son ser libres y de buenas costumbres. Entiendo que a mediados del siglo XVIII era muy difícil para los antes nombrados cumplir la primera, y con tareas operativas, no solo por incapacidad intrínseca, sino por imposición «histórica» y social.
Con referencia a la situación de la mujer, hoy en día la situación ha cambiado, por lo menos en algunos países, donde el acceso de la mujer a la educación, incluida la universitaria y el acceso al mundo del trabajo, ha dado a muchas mujeres aquella libertad personal de la que antes no disfrutaban.
Impedir que la mujer, así como los impedidos físicamente (pero no intelectualmente) al acceso a cualquier institución por razón de sexo o situación física, es colocar automáticamente a dicha institución al margen de la legalidad. Dado a que ellos son derechos que quedan recogidos en los Principios Universales de los Derechos Humanos, de los cuales la mayoría de las legislaciones de países la han adoptados, entre ellos Venezuela.
Creemos pues, que es cuestión de tiempo y madurez aceptar al ser humano que busca mejorar como persona y también mejorar la sociedad dentro de la Francmasonería, sin importar sexo, raza, nacionalidad, edad, ni nada que separe. Lo demás es sencillamente discriminación.
Se debe considerar que los derechos de la Mujer constituyen parte esencial de los Derechos Humanos. A estas alturas del desarrollo de la humanidad, cualquier intento por defender prácticas discriminatorias hacia la mujer sólo pueden basarse en la posibilidad de negarle a ella su condición de ser humano. La lucha por los Derechos Humanos ha sido una lucha Masónica, ya que fue inspirada en los principios de la orden y realizada por HH.·.
La Masonería es la institución para la reflexión y la acción en torno al desarrollo de la Humanidad. Si la mujer es parte de ella, tiene también el derecho de asumir ese desafío junto a nosotros, los varones, aquellos que injustamente la hemos excluido por tanto tiempo.
Recordemos QQ.·. HH.·. que no podemos detener la evolución misma, atándola a los límites infranqueables de un pasado muerto. La naturaleza no es estacionaria. “Las instituciones envejecen mientras la Humanidad rejuvenece sin cesar; los métodos pueden gastarse, las exigencias de los tiempos y del espíritu modificarse, las doctrinas corromperse, solo el “fin” permanece eternamente idéntico a sí mismo porque nosotros estamos “en el valle” y él está “en la cima”.
Inspirado en Maria Deraismes, Primera mujer iniciada en Masonería en la era moderna (año1882)